Don Juan Restaurante & Cocktail Bar Av. Mitre 1050 – Campana, 19 de Marzo 345 – Zárate
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Pizzeria
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Por Sebastián A. Ríos / @sebastrios
Especial para ConexiónBrando
Diecinueve bartenders top de todo el mundo se han dado cita en Puerto Rico para participar de una contienda de nivel internacional que se realiza allí esta semana con motivo de la celebración de los 150 años de Bacardí, una de las más tradicionales casas elaboradoras de ron. La Argentina estará representada en la final global del Bacardí Legacy Cocktail Competitionpor Lastcall (última llamada), un trago original especialmente desarrollado para esta competencia por el bartender Lucas López Dávalos.
» LastCall es el término utilizado en cualquier bar para comunicarle a los comensales que se va a servir la última ronda de tragos y la barra cierra. A mi me paso algo parecido con el cocktail: termine de crearlo horas antes de que cierre la inscripción a la competencia», cuenta Lucas,Chief Bartender del palermitano Isabel Bar & Restaurant, y agrega: «Todo surgió una noche, leyendo una biografía del célebre escritor Ernest Hemingway, donde mencionaba que terminaba sus noches compartiendo drinks con Bacardí y jugo de pomelo».
A continuación, el trago que representa a la Argentina en el Bacardí Legacy Cocktail Competition 2013, y otros cuatro no tradicionales con ron. Si bien es cierto que algunos exigen ciertas destrezas culinarias y se realizan a partir de ingredientes que pueden no encontrarse en cualquier alacena, otros no demandan muchas más que ganas, algunos elementos de fácil localización y, por supuesto, ron. Empecemos – ¡qué ironía! – con el Lastcall.
– Bacardi superior 50ml.
– Martini Rosso 20ml.
– Jugo de pomelo 50 ml.
– Clara de Huevo ½.
– Almibar de Canela 20ml.
Preparación: Agregar todos los ingredientes en una coctelera y batir vigorosamente, luego servir sin hielo, en una copa martini previamente enfriada. Una piel de pomelo rosado exprimida sobre la preparación permitirá obtener el aceite de la cáscara dejando muy perfumado todo el cocktail. Para obtener almíbar de canela,hervir partes iguales de agua y azúcar junto a unas cuantas ramitas de canela. Para obtener 1/2 litro de almíbar: 500cc agua, 1/2 kg de azúcar, 7 a 10 gr de ramas de canela. Decoración ( garnish ): cortar cáscara de pomelo en finas tiritas en forma de Pelitos y algunas ramitas de canela.
– Ron 60 ml.
– Angostura bitters 2 dashes.
– Orange bitters 1 dash.
– Azúcar 1 cuchara.
– Agua con gas o soda 1 dash.
– Pomelo Rosado 1 rodaja.
Preparación: En un vaso de whisky colocar el azúcar, los bitters y unas gotitas de agua; mover el vaso hasta formar una mezcla uniforme del mismo color, como un caramelo (naranja claro). Pasarla por todo el interior del vaso hasta que quede «pintado» con este caramelo, Luego agregar hielo entero y el ron; con una cucharilla remover el fondo, permitiendo que el ron se mezcle con el caramelo y quede bien frió. Agregar un dash (chorrito) de soda volver a remover y agregar una rodaja de pomelo rosado. Para terminar, una piel de pomelo rosado exprimida sobre los mismo, permitirá obtener el aceite de la cáscara dejando muy perfumado todo el cocktail.
– 2 ½ partes de ron.
– 3 gajos de lima.
– Azúcar.
– Hielo.
Preparación: Machacar en un vaso de trago corto ( Old Fashioned ) la lima y el azúcar, a fin de extraer su jugo. Llenar el vaso de hielo bien roto. Completar con el ron. Batir directamente en el vaso.
– 2 partes de Bacardí Flavour Arctic Grape.
– 3 partes de gaseosa Lima Limón.
– Rodaja de limón.
Preparación: Llenar el vaso con hielo. Agregar dos partes del ron y tres partes de gaseosa lima limón. Decorar con una rodaja de limón.
– 2 partes de Bacardí Flavour Grand Melón.
– 3 partes de gaseosa Pomelo.
– Hojas de menta.
Preparación: Llenar el vaso con hielo. Agregar dos partes del ron y tres partes de gaseosa pomelo. Decorar con hojas de menta.
Una nueva tribu alimenticia: los vegetarianos que comen carne una vez por semana.
Cunde el pánico entre los ejércitos de vegetarianos de todo el mundo. Un nuevo foco rebelde le está dando la espalda a lechugas, apios, radichetas y otros embajadores de la alimentación verde. La convicción moral de los vegetarianos duros, todo ese emporio de creencias que tiene como principio la abstención de consumir carnes y pescado -y hasta huevos y lácteos en el caso de los más estrictos-, se está deshaciendo como un repollito de Bruselas si se lo hierve más de la cuenta. Esos rebeldes tienen nombre: se los llama flexitarians. Y son cada vez más.
¿Quienes son? ¿Qué quieren? ¿Por qué vienen a perturbar ese armonioso mundo vegetariano en el que las vacas son para acariciar y no para masticar? No queremos echar más leña al fuego, pero los flexitarians son algo así como un grano en el traste del «establishment verdulero».
El término flexitarian -o vegetariano part time- fue acuñado por la American Dialect Society de Estados Unidos y votado por esa entidad como una de las palabras más utilizadas en los últimos cinco años en materia de alimentación. Un flexitariano (esa es su traducción al español) no es un visitante del planeta Melmac sino una persona que tiene una dieta vegetariana en un 90 por ciento y que se permite comer carne dentro del 10% restante.
En verdad, esta figurita ambigua viene a desenmascarar cierta hipocresía del mundillo vegetariano, a saber: aunque uno pase toda el día tragando tofu, cereales y coliflores, o picoteando semillas como un canario, jamás se olvida del todo el placer que alguna vez le generó un bocado de carne. Ningún edificio de ideas, impuesto por uno mismo o por un grupo social, logra borrar ciertos placeres que nos deleitaron cuando éramos niños (las milanesas que hacía la vieja, sin ir más lejos). Quizá sean estas reminiscencias las que impulsaron a los flexitarianos a romper las reglas de su grupo y volver a masticar carne, aunque más no sea una o dos veces al mes.
Ser vegetariano: un embole
La prestigiosa revista Time le dedicó un reciente artículo al tema, citando a uno de los líderes del movimiento vegetariano, Graham Hill. El hombre se despachó con una frase que le puso los pelos de punta a sus compañeros verdes: «El sushi es delicioso, pero un buen bife también». Hill confesó que, después de haber pasado años luchando por ser un vegetariano al 100%, se ha convertido en un flexitariano.
A la luz de lo que dice Hill, el flexitarianismo parece haber surgido casi como una imposibilidad: la de miles de vegetarianos que no lograron ser todo lo estrictos que querían con su dieta y, después de muchos años, se entregaron a los placeres fibrosos del rojo bistec. De hecho, esa también fue la experiencia de Dawn Jackson Blatner, autora de uno de los manifiestos del vegetariano «a tiempo parcial», con el libro «Flexitarianos: la manera casi vegetariana de perder peso, ser sano y prevenir enfermedades». En el prólogo de su obra, Blatner es de lo más sincera: «sabemos que los vegetarianos y veganos viven más y mejor, pero es demasiado duro serlo todo el tiempo».
En este punto, no está de más aclarar que un vegetariano y un vegano no son lo mismo: mientras los primeros -al menos la línea más blanda- se permiten consumir ciertos alimentos del mundo animal, como el queso o la leche, los segundos excluyen todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales usados para comida, ropa o para cualquier otro fin (por ejemplo, no asisten a espectáculos en los que haya mascotas).
Es decir: el flexitarianismo está más cerca del «vegetarianismo blando» pero se encuentra definitivamente en las antípodas del veganismo. Para un vegano, un flexitariano es poco menos que un gil que no sabe lo que quiere.
El bife de la semana
Volviendo al flexitarianismo, son muchos los organismos vinculados a la alimentación que aportan datos a favor de esta causa. La International Journal of Obesity and Metabolic Disorders recomienda una dieta vegetariana pero alienta el consumo controlado de carne para bajar de peso; el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer estima que seguir un régimen flexitariano puede reducir el riesgo del cáncer hasta un 40% (una evaluación que, hay que decirlo, suena un tanto aventurada). Y la American Journal of Clinical Nutrition asegura que los flexitarianos viven 3,6 años más que los que no son vegetarianos.
En Estados Unidos, muchos vegetarianos se han rendido al fenómeno part time, adhiriendo a una campaña llamada «Lunes permitidos de carne». Celebridades como Paul McCartney, un vegetariano de la vieja guardia, admiten haberse sumado al «grupo de los lunes», día en que el steak vuelta y vuelta causa sensación.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas para los flexitarianos. Es que los vegetarianos y veganos más duros pusieron el grito en el cielo ante semejante liberalismo alimenticio. «En un medio ambiente que sufre el impacto de una dieta basada en la carne, ser vegano es lo mejor; ser vegetariano es bueno y ser flexitariano es como fumarse dos paquetes de cigarrillos en vez de diez, como matar un cerdo en vez de dos, como tirar al río una botella de gasolina en vez del bidón entero», piensa Kathy Guillermo, directora de investigación del organismo PETA (People for the Ethical Treatment of Animals), que defiende el trato ético de los animales que habitan el planeta.
Y aquí el dilema. Porque en el fondo los dos bandos no piensan tan distinto, o están más cerca de lo que creen (es lo que suele pasar con las grandes discusiones). Esto es: el flexitarianismo no alienta de ningún modo el consumo de animales sino que propone una dieta balanceada, cuyos pilares siguen siendo las frutas, las verduras y los granos integrales, con una dosis muy controlada de pescado, pollo y carne, cuya proporción dentro de este esquema alimenticio es francamente mínima.
Argentina carnivora
Se sabe que la Argentina es, después de Uruguay, el país en donde más carne vacuna se consume por habitante (casi 60 kilos al año), con lo cual lo que está en discusión aquí no es el hecho de introducir bifecitos en la dieta sino de reemplazarlos por otros alimentos. ¿Cuántos vegetarianos hay en el país? El dato no está claro, pero si se sabe que muchos famosos que piden ensalada en los asados, como Marcela Kloosterboer, Julieta Díaz y Nicolás Pauls. Lo que no se sabe es si, después de leer esta nota, ellos también le darán una segunda oportunidad al vacío y la bondiola.
Quizás, en el fondo, son un poco flexitarianos, pero aún no se animan a comprobarlo.
Fuente: Planeta Joy.
Fuente: SM
La idea es probar en este centro agrónomo global nuevas mezclas de café y mejorar al mismo tiempo la gestión del suelo. La granja en el país centro americano formará parte de su filial Starbucks Coffee Trading Company, que es la que se dedica a la compra del grano por todo el mundo. Los detalles de la compra no se conocen, a espera de que los últimos flecos de la operación se cierren en mayo.
La compañía estadounidense, que está en pleno proceso de expansión, ya tiene en marcha un programa de ayuda a los productores de café en la propia Costa Rica, Colombia, Tanzania y China para que sigan una serie de buenas prácticas conocidas como CAFE, que buscan mitigar el efecto del cambio climático. Así, además, se garantiza un suministro estable de grano de calidad.
Starbucks abrió el primer centro de apoyo a los agricultores de Costa Rica en 2004. Esta asistencia sobre el terreno no solo permite mejorar la calidad del grano, además eleva el rendimiento de los terrenos y la producción de café. En el caso de la granja en el volcán Poás, su altura permitirá a los agrónomos hacer nuevas pruebas cuyos resultados puedan exportarse a otros centros de cultivo.
En la nota con el anuncio, la sociedad estadounidense explica que el 93% del café que compró en el ejercicio 2012 se produjo en granjas acogidas por el programa. En total adquirió 545 millones de libras, unos 247 millones de toneladas. Starbucks registró el año pasado ventas por valor de 13.300 millones de dólares, un 15% más que en 2011, que le aportaron un beneficio de 1.380 millones.
El 20 de febrero de 1962 John Glenn se convirtió no sólo en el primer estadounidense en vuelo orbital, sino también en el el primero en ingerir alimentos. Desde entonces han pasado más de50 años de comida espacial, que ha evolucionado desde la crema de manzana en tubo que ingirió hasta las costillas recubiertas con jengibre, puré de guisantes y champiñones en vinagre que degustaron en el último Discovery a la estación espacial.
Aprovechando las bodas de oro de tan significativo acontecimiento, y con unos meses de retraso, la NASA ha compartido con el mundo imágenes de muchos de los alimentos que componían el menú de los astronautas —aunque no tiene intención de subastarlos—, para que podamos hacernos una idea de como es comer en el espacio.
Los comienzos
Viendo las fotos e investigando un poco, empieza a parecerte atractiva y deliciosa la comida de los aviones, especialmente si nos fijamos en los primeros viajes tripulados, como los del programa Mercury, donde los alimentos venian en tubos de pasta, como si fueran dentrífico, o en pastillas deshidratadas de alto valor calórico, que debía ser como meterse en la boca una pastilla de caldo concentrado ¡Uhm, Delicioso!
Un poco mejor comió el primer cosmonauta ruso en ingerir alimentos en el espacios, German Titov, quien voló el 6 de agosto de 1961 a bordo de la Vostok 2 —antes que el estadounidense, todo sea dicho— y se metió entre pecho de espalda una crema de verduras, una lata de pasta de hígado y zumo de grosella.
Afortunadamente para los astronautas, la cosa fue mejorando con el pasar de los años. En el programa Gemini ya se incluyeron bebidas como el mosto o el zumo de naranja, mientras que algunas comidas se podían rehidratar antes de ser ingeridas, lo que les daba un aspecto más atractivo.
Estofado de carne y un brindis con vodka
Durante las misiones del Apolo americano y el Soyuz ruso se fue ampliando el menú, de forma que los astronautas que fueron a la luna pudieron disfrutar de café, beicon en cuadrados, cereales, sandwiches, ensaladas y hasta estofado de carne y espaguetis. Muchos alimentos se rehidrataban con agua caliente para mejorar su sabor y hasta pudieron usar una especie de cuchara por primera vez en el espacio a pesar de la ausencia de gravedad.
Como anécdota para la historia quedarán los tubos que los rusos ingerían durante la misión conjunta Apolo-Soyuz. Para sorpresa de los norteamericanos en los letreros se podía leer Vodka en letras cirílicas bien grandes , aunque en su interior contenían borsch, una sopa típica ucraniana, pues no se trataba más que de una broma de los rusos, los muy guasones.
El Skylab, a punto de llevarse una estrella Michelin
Probablemente, de todas las misiones espaciales, los que mejor comieron fueron los habitantes del SkyLab, la primera estación espacial estadounidense. Tenían una pequeña cocina con un horno eléctrico donde calentar la comida, una gran variedad de alimentos enlatados, una cubertería completa y hasta neveras y congeladores en los que conservar helado, bebidas e incluso langosta o filetes. Vamos, que poco más y le dan una estrella Michelin.
Del Skylab son también las bandejas en las que se debieron inspirar los de mi colegio para diseñar las de mi comedor escolar. Incluían huecos para los diferentes platos, condimentos y bebidas, e incluso la posibilidad de calentar algunos de ellos.
En las misiones futuras de la Estación Espacial Internacional y los transbordadores espaciales se quitaron estos lujos, centrándose en conseguir rehidratar con éxito todo tipo de comidascon agua caliente, para así aumentar la variedad de los diferentes menús. También buscaron mejorar las técnicas de conservación para poder aumentar la duración de algunos alimentos y presentarlos en su forma natural para hacerlos más atractivos.
En las últimas misiones ya podemos ver frutos secos, galletas y caramelos envasados al vacío, con un aspecto muy similar al que los podríamos disfrutar en la tierra. Hasta tienen sobrecitos con mayonesa y mostaza como si se hubieran ido a comer a la hamburguesería de la esquina.
Sin embargo, a pesar de todos los avances de 50 años de comida espacial, sigue sin parecer demasiado atractivo meterse en el cuerpo lo que sale de una bolsa que más bien parece un gotero —aunque ahora hay zumos que se presentan de forma similar— y el hecho de que la mayoría de astronautas adelgazaran y sobrevivieran a base de barritas energéticas lo confirma.