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Vinos & Bodegas seleccionó cinco ejemplares que no fallan y de los más diversos estilos. Opciones que van de los 47 a los 210 pesos
Durante años, el único apellido que se le conocía al Cabernet era «Sauvignon«. Sin embargo, a medida que se fue sofisticando el mercado, la demanda comenzó a indagar en búsqueda de otras variedades y las bodegas comenzaron a hilar fino en la calidad, surgió otro apellido: «Franc».
Así, hoy en las góndolas de los supermercados o en los estantes de las vinotecas es común ver cómo estos ejemplares van ganando terreno. Y si bien al «histórico» Cabernet en el mediano o largo plazo no le hará sombra, resulta sano que, en una charla, se requiera aclaración cuando alguien habla de «Cabernet» a secas y no defina a cuál de los dos estaba haciendo referencia. Es un avance, sin dudas.
En la actualidad, esta variedad -que en general ofrece un perfil más fresco y mentolado que su «descendente» Cabernet Sauvignon- se cultiva en mayor proporción en Mendoza, pero también está presente en provincias como San Juan, La Rioja, Salta, Río Negro, Neuquén y La Pampa. También se están haciendo estudios y pruebas en Buenos Aires y Tucumán.
Se estima que hoy por hoy hay unas 650 hectáreas plantadas con Cabernet Franc, lo que implica un crecimiento de 8,5 veces respecto a los niveles del año 1990, si bien todavía está lejos de las cerca de 18.000 hectáreas que ostenta la Cabernet Sauvignon.
En este contexto, desde Vinos & Bodegas sugerimos un Top 5 de etiquetas de diferentes estilos entre sí y que son aptas para todos los bolsillos, dado que van de los $47 a los $210. A tomar nota…
Martino Cabernet Franc 2011 – Bodega Fincas Don Martino – Precio sugerido: $83
Este ejemplar, producido por la recientemente relanzada bodega Fincas Don Martino, está elaborado a partir de viñedos ubicados en Maipú. Se caracteriza por el buen balance entre los frutos rojos maduros, el clásico especiado y una nítida nota balsámica. Su paso de doce meses por barricas francesas y americanas aportan complejidad, con aromas que recuerdan al chocolate. Es un vino de buen cuerpo pero de paso bastante ágil, con una buena acidez que le confiere unespíritu fresco, fiel a las características que le imprime la cepa. Su final medio-largo potencia los aromas propios de la madera, además de sentirse a pleno su cuota mentolada. Amigable al paladar.
Lagarde Guarda Cabernet Franc – Bodega Lagarde – Precio sugerido: $147
Añada tras añada, es de los Cabernet Franc más seductores del mercado. Y esta cosecha lo ratifica nuevamente. Este ejemplar -elaborado por un enólogo de perfil bajo pero con un legajo intachable como Juan Roby Stordeur, a partir de viñedos ubicados en Luján de Cuyo- entrega unanariz elegante por definición, con notas de frutos rojos maduros, especias y una pizca de mentol. Sus doce meses de paso por barricas de roble francés aportan una levísima nota de chocolate. En boca avanza con suavidad, de la mano de taninos redondos y la acidez propia de la cepa. El final es largo y cargado de frutas, pinceladas balsámicas y aromas heredados por la madera. Este Cabernet Franc toca la fibra sensible de quienes gustan de los vinos elegantes.
Lamadrid Cabernet Franc Reserva 2010 – Bodega Lamadrid – Precio sugerido: $84
Un buen ejemplar que lo revisitamos cada vez que podemos. De la mano de los consagrados hermanos Durigutti, la bodega alumbra un Cabernet Franc que ofrece notas de frutos como mermelada de grosellas, con un pimiento elegante y sutil, bien mesurado. Sus más de doce meses de paso por barricas suman vainilla y un buen tostado. En boca es un vino sabroso, estructurado, con taninos firmes que vienen evolucionando bien en botella y le aportan músculo. A medida que avanza, se amplifica el aporte de la fruta y queda el recuerdo de una nota de humo. Está listo para beber, pero de aquí a seis meses más seguramente vaya encontrando su plenitud.
Viñas de Narváez Cabernet Franc 2011 – Bodega Rosell Boher – Precio sugerido: $47
Esta línea de la bodega se caracteriza por ofrecer propuestas con excelente relación calidad/precio, no siendo la excepción este Cabernet Franc joven que, a partir de viñedos ubicados en Valle de Uco, ofrece una nariz amable, nada estridente, con una paleta que incluye frutos rojos, notas especiadas, como clavo de olor, y una cuota del clásico pimiento. En boca, su cuerpo medio amable da paso a un vino de avance fluido, grácil y fácil de beber. Es un buen ejemplar para aquellos que no conocen tanto de esta cepa y necesitan de una bienvenida amable al mundo del Cabernet Franc.
Casarena Single Vineyard Cabernet Franc 2010 – Bodega Casarena – Precio sugerido: $210
Es una bodega que, con poquísimos años en el mercado, no para de alumbrar etiquetas interesantes. Aquí te presentamos el último gran lanzamiento: todavía no vio la luz y recién saldrá a la venta en unos 60 días. Y nuestro veredicto es muy simple: si sos fanático del Cabernet Franc, no te lo pierdas. Este single vineyard, que cuenta con la firma de Alejandro Sejanovich y Bernardo Bossi Bonilla, se elabora a partir de viñedos ubicados en Agrelo, Luján de Cuyo. Es un manual abierto sobre lo que puede entregar esta variedad: en la copa se luce de la mano de aromas bien francos, con fruta roja bien madura, toques especiados y notas de vainilla y chocolate, sobre un fondo tostado, propios de su paso por 18 meses por barricas de roble francés. En boca es un vino muy amplio, con paso envolvente y muy buena acidez, que evita que todas las cualidades anteriores redunden en un vino pesado. Su final es largo y deja un grato recuerdo a tabaco y chocolate.Elegante y sofisticado.
Por Sebastián A. Ríos / @sebastrios
Especial para ConexiónBrando
Diecinueve bartenders top de todo el mundo se han dado cita en Puerto Rico para participar de una contienda de nivel internacional que se realiza allí esta semana con motivo de la celebración de los 150 años de Bacardí, una de las más tradicionales casas elaboradoras de ron. La Argentina estará representada en la final global del Bacardí Legacy Cocktail Competitionpor Lastcall (última llamada), un trago original especialmente desarrollado para esta competencia por el bartender Lucas López Dávalos.
» LastCall es el término utilizado en cualquier bar para comunicarle a los comensales que se va a servir la última ronda de tragos y la barra cierra. A mi me paso algo parecido con el cocktail: termine de crearlo horas antes de que cierre la inscripción a la competencia», cuenta Lucas,Chief Bartender del palermitano Isabel Bar & Restaurant, y agrega: «Todo surgió una noche, leyendo una biografía del célebre escritor Ernest Hemingway, donde mencionaba que terminaba sus noches compartiendo drinks con Bacardí y jugo de pomelo».
A continuación, el trago que representa a la Argentina en el Bacardí Legacy Cocktail Competition 2013, y otros cuatro no tradicionales con ron. Si bien es cierto que algunos exigen ciertas destrezas culinarias y se realizan a partir de ingredientes que pueden no encontrarse en cualquier alacena, otros no demandan muchas más que ganas, algunos elementos de fácil localización y, por supuesto, ron. Empecemos – ¡qué ironía! – con el Lastcall.
Preparación: Agregar todos los ingredientes en una coctelera y batir vigorosamente, luego servir sin hielo, en una copa martini previamente enfriada. Una piel de pomelo rosado exprimida sobre la preparación permitirá obtener el aceite de la cáscara dejando muy perfumado todo el cocktail. Para obtener almíbar de canela,hervir partes iguales de agua y azúcar junto a unas cuantas ramitas de canela. Para obtener 1/2 litro de almíbar: 500cc agua, 1/2 kg de azúcar, 7 a 10 gr de ramas de canela. Decoración ( garnish ): cortar cáscara de pomelo en finas tiritas en forma de Pelitos y algunas ramitas de canela.
Preparación: En un vaso de whisky colocar el azúcar, los bitters y unas gotitas de agua; mover el vaso hasta formar una mezcla uniforme del mismo color, como un caramelo (naranja claro). Pasarla por todo el interior del vaso hasta que quede «pintado» con este caramelo, Luego agregar hielo entero y el ron; con una cucharilla remover el fondo, permitiendo que el ron se mezcle con el caramelo y quede bien frió. Agregar un dash (chorrito) de soda volver a remover y agregar una rodaja de pomelo rosado. Para terminar, una piel de pomelo rosado exprimida sobre los mismo, permitirá obtener el aceite de la cáscara dejando muy perfumado todo el cocktail.
Preparación: Machacar en un vaso de trago corto ( Old Fashioned ) la lima y el azúcar, a fin de extraer su jugo. Llenar el vaso de hielo bien roto. Completar con el ron. Batir directamente en el vaso.
Preparación: Llenar el vaso con hielo. Agregar dos partes del ron y tres partes de gaseosa lima limón. Decorar con una rodaja de limón.
Preparación: Llenar el vaso con hielo. Agregar dos partes del ron y tres partes de gaseosa pomelo. Decorar con hojas de menta.
Por Joaquín Hidalgo
A continuación, les contamos por qué y cuáles vinos conviene probar.
La pizza es cosa seria en Argentina. Un poco porque es una comida relativamente barata y al alcance de casi todos los bolsillos, y otro poco porque, en materia de harinas, quesos y tomates, nuestro país tiene productos de alto vuelo.
Pero hay muchos países que tienen las mismas condiciones y que no son devotos de la pizza. Aquí, sin embargo, cualquier día es bueno para ir a la pizzería del barrio con amigos y probar alguna de las muchas variedades: de media masa, a la piedra, calzones rellenos, con o sin fainá; y eso para no entrar en materia de sabores, como napolitana, mozzarella o cuatro quesos, por tomar nota de los clásicos nomás.
Cualquiera sea el caso, con nuestra pasión pizzera sorprende el error en el que incurrimos instintivamente los argentinos: la bebida para acompañarla. La tradición local indica que la cosa es con cerveza. Aunque la bebida perfecta para darle nervio a una rica pizza es el buen vino: tinto, rosado o blanco. Si no, hagan la prueba y nos cuentan.
La razón es técnica, si se quiere. Ingerir una bebida gaseosa fría junto a un plato caliente no es precisamente saludable. Y así, un poco por una empatía de precios –la pizza es barata, la cerveza también– los argentinos no hemos podido dar el paso que convierta a la pizza en una gloria. Salvo en compañía del Moscato, donde a la fecha las pizzerías son un canal vital para esta bebida, especialmente en las pizzerías históricas.
Pero no todos los vinos maridan bien con una «muza». Un tinto potente y con madera será la peor opción, porque no podrá refrescar nunca la boca ni la pizza contrapesar su potencia. Tintos frutados, suaves y ligeros, en cambio, ofrecerán el contraste ideal, lo mismo que blancos intensos y rosados de rica aromática. Y algunas pizzerías parecen haber tomado nota de este punto, porque comenzaron a incorporar vinos a la medida de sus propuestas.
Y si estás pensando en hacer unas ricas pizzas, ¿cuáles conviene comprar? A continuación una selección de tintos y rosados pizzeros, para levantarle piné a la clásica muza.
Goyenechea Rosé 2012 ($28). Ágil, frutado y de buena frescura, este rosado es perfecto para acompañar desde mozzarellas a fugazzetas de media masa. Como todo vino de su condición, es mejor beberlo frío, nunca helado.
Jean Rivier Rosé 2012 ($35). Destaca por su buen perfume y boca entre amplia y de acidez chispeante. Ahí está el secreto para acompañar bien los aromas intensos de una napolitana con abundante ajo y tomatas quemantes.
Amalaya Rosé 2012 ($49). De aromas punzantes y bien marcados, el truco de este vino está en su boca seca y tersa. Combinará muy bien con todo tipo de pizza, en especial las de rúcula o espinaca.
Casarena Esencia 505 2011 ($49). Blend ejemplar a la hora de las pizzas, aquí manda la textura suave y su marcado sabor de frutas rojas. Perfecto para acompañar una muza a la piedra pintada con oliva extra virgen, orégano y ají.
Durigutti Bonarda 2011 ($60). Tinto emblemático de la variedad, destaca largamente por su suave y cordial paso. Frutado y expresivo, es un todo terreno a la hora de las pizzas clásicas. ¿El truco? Su moderada frescura acompaña cualquier salsa de tomate.
Saurus Pinot Noir 2011 ($65). Los buenos Pinot son tintos pizzeros por excelencia, porque en su contenida expresión frutal, algo exótica, y en su boca de textura suave y sabor potente, se esconde el secreto de su buena combinación. Saurus no es la excepción.
Padrillos Pinot Noir 2011 ($70). Ligero al tacto, de moderada acidez y una textura tersa y apenas rugosa, este Pinot es candidato a las pizzas con diversos quesos y mozzarellas, aunque también va con una fugazzeta. Cuánto mejor si son a la piedra.
Inéditos Bonarda Pura 2012 ($100). Una rareza que cumple el canon pizzero pero no vinero, con poca estructura, mucha ligereza y bajo alcohol (11,5%). De ahí que resulte un tinto chispeante y de intensidad para avanzar sobre casi cualquier tipo de pizzas. No es fácil de conseguir. Pero conviene probar.
Cunde el pánico entre los ejércitos de vegetarianos de todo el mundo. Un nuevo foco rebelde le está dando la espalda a lechugas, apios, radichetas y otros embajadores de la alimentación verde. La convicción moral de los vegetarianos duros, todo ese emporio de creencias que tiene como principio la abstención de consumir carnes y pescado -y hasta huevos y lácteos en el caso de los más estrictos-, se está deshaciendo como un repollito de Bruselas si se lo hierve más de la cuenta. Esos rebeldes tienen nombre: se los llama flexitarians. Y son cada vez más.
¿Quienes son? ¿Qué quieren? ¿Por qué vienen a perturbar ese armonioso mundo vegetariano en el que las vacas son para acariciar y no para masticar? No queremos echar más leña al fuego, pero los flexitarians son algo así como un grano en el traste del «establishment verdulero».
El término flexitarian -o vegetariano part time- fue acuñado por la American Dialect Society de Estados Unidos y votado por esa entidad como una de las palabras más utilizadas en los últimos cinco años en materia de alimentación. Un flexitariano (esa es su traducción al español) no es un visitante del planeta Melmac sino una persona que tiene una dieta vegetariana en un 90 por ciento y que se permite comer carne dentro del 10% restante.
En verdad, esta figurita ambigua viene a desenmascarar cierta hipocresía del mundillo vegetariano, a saber: aunque uno pase toda el día tragando tofu, cereales y coliflores, o picoteando semillas como un canario, jamás se olvida del todo el placer que alguna vez le generó un bocado de carne. Ningún edificio de ideas, impuesto por uno mismo o por un grupo social, logra borrar ciertos placeres que nos deleitaron cuando éramos niños (las milanesas que hacía la vieja, sin ir más lejos). Quizá sean estas reminiscencias las que impulsaron a los flexitarianos a romper las reglas de su grupo y volver a masticar carne, aunque más no sea una o dos veces al mes.
Ser vegetariano: un embole
La prestigiosa revista Time le dedicó un reciente artículo al tema, citando a uno de los líderes del movimiento vegetariano, Graham Hill. El hombre se despachó con una frase que le puso los pelos de punta a sus compañeros verdes: «El sushi es delicioso, pero un buen bife también». Hill confesó que, después de haber pasado años luchando por ser un vegetariano al 100%, se ha convertido en un flexitariano.
A la luz de lo que dice Hill, el flexitarianismo parece haber surgido casi como una imposibilidad: la de miles de vegetarianos que no lograron ser todo lo estrictos que querían con su dieta y, después de muchos años, se entregaron a los placeres fibrosos del rojo bistec. De hecho, esa también fue la experiencia de Dawn Jackson Blatner, autora de uno de los manifiestos del vegetariano «a tiempo parcial», con el libro «Flexitarianos: la manera casi vegetariana de perder peso, ser sano y prevenir enfermedades». En el prólogo de su obra, Blatner es de lo más sincera: «sabemos que los vegetarianos y veganos viven más y mejor, pero es demasiado duro serlo todo el tiempo».
En este punto, no está de más aclarar que un vegetariano y un vegano no son lo mismo: mientras los primeros -al menos la línea más blanda- se permiten consumir ciertos alimentos del mundo animal, como el queso o la leche, los segundos excluyen todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales usados para comida, ropa o para cualquier otro fin (por ejemplo, no asisten a espectáculos en los que haya mascotas).
Es decir: el flexitarianismo está más cerca del «vegetarianismo blando» pero se encuentra definitivamente en las antípodas del veganismo. Para un vegano, un flexitariano es poco menos que un gil que no sabe lo que quiere.
El bife de la semana
Volviendo al flexitarianismo, son muchos los organismos vinculados a la alimentación que aportan datos a favor de esta causa. La International Journal of Obesity and Metabolic Disorders recomienda una dieta vegetariana pero alienta el consumo controlado de carne para bajar de peso; el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer estima que seguir un régimen flexitariano puede reducir el riesgo del cáncer hasta un 40% (una evaluación que, hay que decirlo, suena un tanto aventurada). Y la American Journal of Clinical Nutrition asegura que los flexitarianos viven 3,6 años más que los que no son vegetarianos.
En Estados Unidos, muchos vegetarianos se han rendido al fenómeno part time, adhiriendo a una campaña llamada «Lunes permitidos de carne». Celebridades como Paul McCartney, un vegetariano de la vieja guardia, admiten haberse sumado al «grupo de los lunes», día en que el steak vuelta y vuelta causa sensación.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas para los flexitarianos. Es que los vegetarianos y veganos más duros pusieron el grito en el cielo ante semejante liberalismo alimenticio. «En un medio ambiente que sufre el impacto de una dieta basada en la carne, ser vegano es lo mejor; ser vegetariano es bueno y ser flexitariano es como fumarse dos paquetes de cigarrillos en vez de diez, como matar un cerdo en vez de dos, como tirar al río una botella de gasolina en vez del bidón entero», piensa Kathy Guillermo, directora de investigación del organismo PETA (People for the Ethical Treatment of Animals), que defiende el trato ético de los animales que habitan el planeta.
Y aquí el dilema. Porque en el fondo los dos bandos no piensan tan distinto, o están más cerca de lo que creen (es lo que suele pasar con las grandes discusiones). Esto es: el flexitarianismo no alienta de ningún modo el consumo de animales sino que propone una dieta balanceada, cuyos pilares siguen siendo las frutas, las verduras y los granos integrales, con una dosis muy controlada de pescado, pollo y carne, cuya proporción dentro de este esquema alimenticio es francamente mínima.
Argentina carnivora
Se sabe que la Argentina es, después de Uruguay, el país en donde más carne vacuna se consume por habitante (casi 60 kilos al año), con lo cual lo que está en discusión aquí no es el hecho de introducir bifecitos en la dieta sino de reemplazarlos por otros alimentos. ¿Cuántos vegetarianos hay en el país? El dato no está claro, pero si se sabe que muchos famosos que piden ensalada en los asados, como Marcela Kloosterboer, Julieta Díaz y Nicolás Pauls. Lo que no se sabe es si, después de leer esta nota, ellos también le darán una segunda oportunidad al vacío y la bondiola.
Quizás, en el fondo, son un poco flexitarianos, pero aún no se animan a comprobarlo.
Fuente: Planeta Joy.
Fuente: SM
Un nuevo estudio que contradice las pruebas disponibles revela que las personas que comen más frutas frescas o jugo de fruta no tienen necesariamente presión baja.
Las propiedades de las frutas.
Estudios más amplios, más rigurosos, habían hallado que comer más frutas y verduras reducen la presión en el tiempo, pero la autora principal, doctora Linda Oude-Griep, dijo por e-mail que se desconoce el papel específico de la fruta.
Con los nuevos resultados, se desconoce si comer más fruta influye en la presión, según señaló Oude-Griep, de la Facultad de Salud Pública del Imperial College de Londres.
Con su equipo analizó los datos de un estudio sobre 4.680 hombres y mujeres de mediana edad seleccionados al azar en Japón, China, Estados Unidos y Reino Unido. Los participantes recordaron lo que habían consumido los dos días anteriores y se les tomó la presión, lo que se repitió a las tres semanas.
Los valores de presión fueron de 120/80 mmHg o menos, un nivel de corte saludable según aseguran los CDC, aunque también se incluyeron participantes con valores más altos.
Los investigadores calcularon el consumo individual de frutas y jugos de fruta en gramos por cada 1.000 calorías de alimentos ingeridos. La población estadounidense era la que menos frutas crudas consumía (unos 52 gramos, lo que equivale a media manzana, por cada 1.000 calorías), comparado con 68 gramos en China, el país con el mayor consumo. En los países de Asia no se consumían jugos de fruta y en Estados Unidos, el consumo promedio era de 46 gramos o menos que una taza.
El equipo no halló relación entre la fruta y la presión. Al considerar a Japón y China solamente, los valores de presión aumentaron con el consumo de frutas, aunque la variación fue casi imperceptible.
“La principal limitación del estudio es que la evaluación incluyó un solo día, lo que no es una buena representación de la alimentación habitual de las personas”, dijo el doctor Walter Willett por e-mail.
Estudios previos que habían detectado una disminución de la presión habían incluido un seguimiento de patrones alimentarios individuales durante períodos prolongados y eran, quizás, más confiables, según agregó Willett, jefe del Departamento de Nutrición de la Facultad de Salud Pública de Harvard, Boston.
También habrían existido otras diferencias. En el nuevo estudio, los que más frutas consumían tendían a ser mujeres, de más edad, con mayor nivel educativo, menos propensos a fumar o beber alcohol, y a tener una dieta más saludable. Los que más frutas consumían, obtenían más vitamina C, fibra, potasio y magnesio.
Willett dijo que los jugos de fruta contienen gran cantidad de azúcares de rápida absorción que contrarrestarían algunos beneficios de las frutas.
“Este estudio no debería disuadir a la gente de consumir frutas, un hábito con cada vez más pruebas que es parte de una dieta saludable (junto con las verduras)”, dijo la doctora Martha Grogan, cardióloga de la Clínica Mayo, Rochester, Minnesota.
The American Journal of Clinical Nutrition
Por: Maritza Llanos V.
La idea es probar en este centro agrónomo global nuevas mezclas de café y mejorar al mismo tiempo la gestión del suelo. La granja en el país centro americano formará parte de su filial Starbucks Coffee Trading Company, que es la que se dedica a la compra del grano por todo el mundo. Los detalles de la compra no se conocen, a espera de que los últimos flecos de la operación se cierren en mayo.
La compañía estadounidense, que está en pleno proceso de expansión, ya tiene en marcha un programa de ayuda a los productores de café en la propia Costa Rica, Colombia, Tanzania y China para que sigan una serie de buenas prácticas conocidas como CAFE, que buscan mitigar el efecto del cambio climático. Así, además, se garantiza un suministro estable de grano de calidad.
Starbucks abrió el primer centro de apoyo a los agricultores de Costa Rica en 2004. Esta asistencia sobre el terreno no solo permite mejorar la calidad del grano, además eleva el rendimiento de los terrenos y la producción de café. En el caso de la granja en el volcán Poás, su altura permitirá a los agrónomos hacer nuevas pruebas cuyos resultados puedan exportarse a otros centros de cultivo.
En la nota con el anuncio, la sociedad estadounidense explica que el 93% del café que compró en el ejercicio 2012 se produjo en granjas acogidas por el programa. En total adquirió 545 millones de libras, unos 247 millones de toneladas. Starbucks registró el año pasado ventas por valor de 13.300 millones de dólares, un 15% más que en 2011, que le aportaron un beneficio de 1.380 millones.
Made in Taiwán. Al mediodía en “Aroma de Verdura”, los santafesinos hacen fila afuera para elegir su almuerzo. Los cocineros y propietarios son de origen taiwanés y sólo preparan platos vegetarianos. Foto: Guillermo Di Salvatore
Ofrecen viandas diarias y menúes elaborados con productos frescos, orgánicos y vegetarianos. Utilizan la red social Facebook para promocionar sus ofertas y tienen servicio de delivery. De la Redacción de El Litoral area@ellitoral.com Comer o no comer alimentos saludables. Esa es la cuestión que se plantean muchos santafesinos a la hora de sentarse a la mesa. Pero además de la mera necesidad y el placer que genera ingerir platos tan suculentos como sabrosos, se agrega la importancia de cuidar la salud del cuerpo fundada, por ejemplo, en los índices divulgados por entidades de salud internacionales que confirman un crecimiento de las enfermedades relacionados con la obesidad y la hipertensión. En ese sentido, en los adolescentes argentinos hay una prevalencia de sobrepeso de 20,8% y de obesidad de 5,4%, según los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, que llevó a cabo el Ministerio de Salud de la Nación en 2010. La sabiduría popular indica que “somos lo que comemos”. Semejante carga para la humanidad a veces no es compatible con el tiempo que el común de los mortales dispone para elaborar en casa alimentos saludables y mantener una dieta equilibrada. Es así como en Santa Fe hay cada vez más casas de comida que ofrecen menúes diarios para mediodía y noche, viandas a domicilio y servicio de delivery de platos saludables o vegetarianos. También utilizan Facebook como herramienta de difusión y promoción de sus especialidades. “Que la comida sea saludable tiene que ver con el tipo de cocción de los alimentos. Siempre que incluyan verduras es más beneficioso para el organismo, también que haya variedad, pero si se fríen deja en parte de ser saludables”, indicó la licenciada en nutrición Milagros Ferrando. En esta línea contó que los métodos de cocción más saludables son el horno, la plancha (grillar pero sin agregar aceite) y cocinar al vapor. Analizando la tendencia de la apertura de casas de comida diferentes de las rotiserías tradicionales en la ciudad, la especialista comentó que “se debe a las limitaciones de los tiempos de la familia y de la inclusión de las mujeres en el mercado laboral”. A la carta “Quien quiera vivir en buenas condiciones y tener una vida saludable, minimizando los riesgos de la salud, no puede hacer ojo ciego a la alimentación, que es la base de todo en la vida”, determinó la cocinera y sommelier Jorgelina Raselli, titular de la casa de comidas Cocina para el Alma, ubicada en la avenida Ángel Cassanello, a metros de General Paz. La página de Facebook del emprendimiento no puede aceptar más solicitudes de amistad, ya que consiguió 5.017 y tiene 1.656 seguidores. Su propia filosofía de consumo naturista llevó a Raselli a fundar la empresa con las mismas características: produce y comercializa viandas diarias y para freezer, comidas para llevar, panificación, pastelería, y cuenta con un almacén de materia prima con artículos orgánicos. “Es una empresa absolutamente ecológica en donde desde la confección de los envases, embalajes y los elementos para limpiar coinciden con la impronta del resguardo del medio ambiente y de los animales”, aseguró Raselli. Actualmente, Cocina para el Alma cuenta con dos proveedores locales y el resto son originarios de Buenos Aires, Córdoba, Chubut, Corrientes, Entre Ríos, Mendoza y San Juan. Los mismos cuentan con certificaciones de producción orgánica. En la carta de Sensi Food una leyenda en inglés aclara la corriente que se impone desde la cocina: “Love food, hate waste”. Lo que significa “amor por la comida” y odio por el desperdicio y también por la sabrosa, pero nunca bien ponderada comida “chatarra”. Es también la forma en que los titulares de esta casa de comidas, ubicada en la esquina de 4 de Enero 3198, frente a la plaza Constituyentes, encontraron para decir que sus platos son caseros y elaborados con productos frescos y saludables. El emprendimiento que comenzó con la elaboración de viandas al mediodía creció hasta que fue el momento de animarse a abrir al público y ofrecer una alternativa “que no eran las pizzas, pastas, lisos, picadas o parrillada”. Así lo definió Eliana Ruscitti, a cargo de la administración del local junto con su madre Cecilia López. Al mando de la cocina está su hermano Lucas Ruscitti. “En un primer momento, Lucas se enfocó en la elaboración de viandas en su casa de comida vegetariana, naturales, sanas y ricas. Ahora trabajamos también las viandas, el delivery y atención al público”, detalló Eliana. Sobre la carta de Sensi Food dijo que está compuesta por platos con masas caseras, productos frescos, menúes vegetarianos, sin precocidos ni congelados. También ofrecen artículos para celíacos y diabéticos, como jugos orgánicos, miel, mermeladas y fideos. “La gente se está tirando a lo naturista últimamente y nosotros tratamos de cubrir esa veta. Ahora pensamos en anexar un pequeño almacén”, adelantó Eliana Ruscitti a El Litoral, sentada en la vereda del local, al lado de un pizarrón que describía un menú vegetariano compuesto por zapallitos rellenos con verduras, souffle de calabaza, ensalada fresca y el deseo de un ¡feliz martes! “Hay que saber que nada se compara con la comida que se cocina en casa, por lo menos una de las elaboraciones es importante que sea casera”, aseguró la nutricionista Milagros Ferrando. Mientras que no se disponga de tiempo para dedicarse al arte culinario, el mercado gastronómico cubre la necesidad y ¡bon appétit! Mandato budista Quienes profesan los mandatos de la religión de Buda son por dogma vegetarianos, ya que los preceptos religiosos se basan en: no matar, no robar y no hacer daño ni a los demás ni a uno mismo, tanto físico como mental. Eso incluye, obviamente, no matar animales para comer, ya que consideran tan importante cuidar el bienestar propio como el ajeno. La religión también pone especial énfasis en la forma en que los alimentos son tratados durante su cocción, en cómo los alimentos crecen y en la forma de conseguirlos para mantener la salud del cuerpo y de la mente. /// EL DATO De Taiwán a Santa Fe Los rasgos orientales y el pelo negro y liso, los distinguen del santafesino común como moscas blancas. Andrés y Romina son, respectivamente, los titulares de las rotiserías vegetarianas Vitalidad (H. Yrigoyen, entre San Martín y 25 de Mayo) y Aroma de Verdura (Junín casi 9 de Julio). Cerca del mediodía, las puertas de los locales no se cierran, ya que la circulación de comensales es permanente, tanto que algunos hacen fila en la vereda esperando que los atiendan con una amabilidad encantadora. “Lo vegetariano es más sano, los animales transmiten enfermedades y toxinas. Además respeto a los animales, sólo nos acompañan pero no los matamos. Cuando uno mata a los animales, ellos tienen miedo, se genera odio y nosotros nos comemos eso”, explicó Romina (de 38 años), que pidió disculpas muchas veces por no poder expresarse mejor en castellano. Tanto ella, su marido y la familia de ambos son originarios de Taiwán, desde donde llegaron a Santa Fe para abrir la casa de comidas, a la que un amigo le occidentalizó el nombre. Aquí tuvo cinco hijos con los que conversa en su idioma natal. “Mis hijos, Facultad en El Pozo, son los más altos y sanos; entonces vegetal no tan feo y hacen bien”, dijo, en su castellano entrecortado, y sonrió la joven mujer de piel blanca y aspecto saludable. Andrés llegó desde Taiwán a Santa Fe en 1998 y vio que no había casas de comida que ofrezcan platos vegetarianos. “Hablaba con gente que no comía carne y veía que no sabían cocinar, comían lentejas, ensalada y milanesa de soja y nosotros tenemos muchas recetas”, dijo para explicar cómo llegó a abrir el local y agregó que “la comida vegetal no es sólo ensalada. Acá todo poquita sal”, también aclaró. Amplia oferta de menúes. Eliana Ruscitti, de Sensi Food, le contó a El Litoral que crece la demanda de comidas naturistas, sentada al lado de un cartel que promociona zapallitos rellenos con verduras y souffle de calabaza, al lado de los clásicos ñoquis caseros. Foto: Guillermo Di Salvatore |