Una nueva tribu alimenticia: los vegetarianos que comen carne una vez por semana.
Cunde el pánico entre los ejércitos de vegetarianos de todo el mundo. Un nuevo foco rebelde le está dando la espalda a lechugas, apios, radichetas y otros embajadores de la alimentación verde. La convicción moral de los vegetarianos duros, todo ese emporio de creencias que tiene como principio la abstención de consumir carnes y pescado -y hasta huevos y lácteos en el caso de los más estrictos-, se está deshaciendo como un repollito de Bruselas si se lo hierve más de la cuenta. Esos rebeldes tienen nombre: se los llama flexitarians. Y son cada vez más.
¿Quienes son? ¿Qué quieren? ¿Por qué vienen a perturbar ese armonioso mundo vegetariano en el que las vacas son para acariciar y no para masticar? No queremos echar más leña al fuego, pero los flexitarians son algo así como un grano en el traste del «establishment verdulero».
El término flexitarian -o vegetariano part time- fue acuñado por la American Dialect Society de Estados Unidos y votado por esa entidad como una de las palabras más utilizadas en los últimos cinco años en materia de alimentación. Un flexitariano (esa es su traducción al español) no es un visitante del planeta Melmac sino una persona que tiene una dieta vegetariana en un 90 por ciento y que se permite comer carne dentro del 10% restante.
En verdad, esta figurita ambigua viene a desenmascarar cierta hipocresía del mundillo vegetariano, a saber: aunque uno pase toda el día tragando tofu, cereales y coliflores, o picoteando semillas como un canario, jamás se olvida del todo el placer que alguna vez le generó un bocado de carne. Ningún edificio de ideas, impuesto por uno mismo o por un grupo social, logra borrar ciertos placeres que nos deleitaron cuando éramos niños (las milanesas que hacía la vieja, sin ir más lejos). Quizá sean estas reminiscencias las que impulsaron a los flexitarianos a romper las reglas de su grupo y volver a masticar carne, aunque más no sea una o dos veces al mes.
Ser vegetariano: un embole
La prestigiosa revista Time le dedicó un reciente artículo al tema, citando a uno de los líderes del movimiento vegetariano, Graham Hill. El hombre se despachó con una frase que le puso los pelos de punta a sus compañeros verdes: «El sushi es delicioso, pero un buen bife también». Hill confesó que, después de haber pasado años luchando por ser un vegetariano al 100%, se ha convertido en un flexitariano.
A la luz de lo que dice Hill, el flexitarianismo parece haber surgido casi como una imposibilidad: la de miles de vegetarianos que no lograron ser todo lo estrictos que querían con su dieta y, después de muchos años, se entregaron a los placeres fibrosos del rojo bistec. De hecho, esa también fue la experiencia de Dawn Jackson Blatner, autora de uno de los manifiestos del vegetariano «a tiempo parcial», con el libro «Flexitarianos: la manera casi vegetariana de perder peso, ser sano y prevenir enfermedades». En el prólogo de su obra, Blatner es de lo más sincera: «sabemos que los vegetarianos y veganos viven más y mejor, pero es demasiado duro serlo todo el tiempo».
En este punto, no está de más aclarar que un vegetariano y un vegano no son lo mismo: mientras los primeros -al menos la línea más blanda- se permiten consumir ciertos alimentos del mundo animal, como el queso o la leche, los segundos excluyen todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales usados para comida, ropa o para cualquier otro fin (por ejemplo, no asisten a espectáculos en los que haya mascotas).
Es decir: el flexitarianismo está más cerca del «vegetarianismo blando» pero se encuentra definitivamente en las antípodas del veganismo. Para un vegano, un flexitariano es poco menos que un gil que no sabe lo que quiere.
El bife de la semana
Volviendo al flexitarianismo, son muchos los organismos vinculados a la alimentación que aportan datos a favor de esta causa. La International Journal of Obesity and Metabolic Disorders recomienda una dieta vegetariana pero alienta el consumo controlado de carne para bajar de peso; el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer estima que seguir un régimen flexitariano puede reducir el riesgo del cáncer hasta un 40% (una evaluación que, hay que decirlo, suena un tanto aventurada). Y la American Journal of Clinical Nutrition asegura que los flexitarianos viven 3,6 años más que los que no son vegetarianos.
En Estados Unidos, muchos vegetarianos se han rendido al fenómeno part time, adhiriendo a una campaña llamada «Lunes permitidos de carne». Celebridades como Paul McCartney, un vegetariano de la vieja guardia, admiten haberse sumado al «grupo de los lunes», día en que el steak vuelta y vuelta causa sensación.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas para los flexitarianos. Es que los vegetarianos y veganos más duros pusieron el grito en el cielo ante semejante liberalismo alimenticio. «En un medio ambiente que sufre el impacto de una dieta basada en la carne, ser vegano es lo mejor; ser vegetariano es bueno y ser flexitariano es como fumarse dos paquetes de cigarrillos en vez de diez, como matar un cerdo en vez de dos, como tirar al río una botella de gasolina en vez del bidón entero», piensa Kathy Guillermo, directora de investigación del organismo PETA (People for the Ethical Treatment of Animals), que defiende el trato ético de los animales que habitan el planeta.
Y aquí el dilema. Porque en el fondo los dos bandos no piensan tan distinto, o están más cerca de lo que creen (es lo que suele pasar con las grandes discusiones). Esto es: el flexitarianismo no alienta de ningún modo el consumo de animales sino que propone una dieta balanceada, cuyos pilares siguen siendo las frutas, las verduras y los granos integrales, con una dosis muy controlada de pescado, pollo y carne, cuya proporción dentro de este esquema alimenticio es francamente mínima.
Argentina carnivora
Se sabe que la Argentina es, después de Uruguay, el país en donde más carne vacuna se consume por habitante (casi 60 kilos al año), con lo cual lo que está en discusión aquí no es el hecho de introducir bifecitos en la dieta sino de reemplazarlos por otros alimentos. ¿Cuántos vegetarianos hay en el país? El dato no está claro, pero si se sabe que muchos famosos que piden ensalada en los asados, como Marcela Kloosterboer, Julieta Díaz y Nicolás Pauls. Lo que no se sabe es si, después de leer esta nota, ellos también le darán una segunda oportunidad al vacío y la bondiola.
Quizás, en el fondo, son un poco flexitarianos, pero aún no se animan a comprobarlo.
Fuente: Planeta Joy.
Fuente: SM